domingo, 22 de mayo de 2016

MAXIMUM CARNAGE - ANÁLISIS VII


A lo largo de toda la transposición del videojuego se omite un elemento que resulta clave para comprender la trama de la historieta original: el conflicto existencial de SPIDER-MAN. Sin embargo, esta omisión sólo se realiza desde el guion y a partir de las cinemáticas que lo recogen, debido a que el contenido, en realidad, se haya presente a lo largo de toda la historia que nos narra el videojuego. Expresándolo de esta manera, la propuesta del videojuego puede resultar algo contradictoria o, al menos algo elusiva, como si se planteara desde el principio un juego de escamoteos, donde el mostrar o no mostrar un determinado contenido, se convierte en la piedra de toque de toda la narración.
    Pero, como mencionaba, se trata de un contenido que aparece desde el inicio y del cual, inmediatamente, se reniega, de un contenido que es evidente pero, al mismo tiempo, imperceptible si no se repara en un hecho puntual: ¿quiénes son, en esta oportunidad, los verdaderos enemigos de SPIDER-MAN? Sabemos que SPIDER-MAN a lo largo de su carrera enfrentó a muchos supervillanos, supervillanos cuya retorcida mentalidad pusieron a prueba su correcto discernimiento en más de una oportunidad, pero ninguno de ellos consiguió lo que ambicionó y, de hecho, concretó CARNAGE: desbaratar el equilibrio mental SPIDER-MAN derribando el único valor que el trepamuros intentó inculcar poniendo su propia vida en riesgo. En efecto, cuando el valor de preservar la vida y la integridad caen junto con los escombros que alimentan las explosiones que sacuden la ciudad, SPIDER-MAN logra entrever otro enemigo, un enemigo que se alza por encima del supervillano: el individuo común y corriente que antes denodadamente protegió.
    De manera inesperada, salen a la calle personas que antes fueron víctimas para convertirse en victimarios y para, lo que es aún peor, transformarse en los verdugos del superhéroe que sacrificó todo por ellos, e incluso los escogió por encima de su propia felicidad [1]. De aquí en adelante, SPIDER-MAN ya no tratará de contrarrestar superpoderes contra superpoderes, sino de evaluar cómo se puede evitar dañar a las personas que, paradójicamente, intentaba proteger. Sin embargo, dada por sentada esta situación, dado por sentado el abrupto cambio de roles, una herida profunda se resiente en el alma de SPIDER-MAN, una herida que le aguijonea y le remueve cada pliegue de carne, con más tesón y obstinación que sus costillas rotas [2]: la decepción de saber que todo lo bueno que inspiró puede fácilmente corromperse.
    El ataque de CARNAGE, a diferencia del de otros supervillanos es decididamente psicológico y tiene por objeto desmoralizar a SPIDER-MAN, hasta hacer de él una mofa de lo que fue. En el momento en el que CARNAGE formula su idea de pandemia a través del caos, descubrimos que su objetivo es vaciar de sentido a SPIDER-MAN. No es, en ese sentido, un supervillano que se conforma con la destrucción material del cuerpo, no, CARNAGE busca desintegrar el espíritu del superhéroe que identifica como su némesis [3] filosófica. En la destrucción de la ciudad, se pone en juego una apuesta: demostrar cuál es la verdadera naturaleza del ser humano. Para CARNAGE, el ser humano se encuentra vaciado de sentido, no tiene ningún escrúpulo, es una fuerza descontrolada que ha logrado contenerse apenas con el delgado linde que le ofrece la sociedad, con sus reglas y sus obligaciones. Para SPIDER-MAN, en cambio, el ser humano es débil e ignora muchas de las implicaciones de sus elecciones, por eso es que hay que ayudarlo y, en la medida de lo posible, inspirar en él lo mejor. El ser humano, desde la óptica de SPIDER-MAN parece equivocarse por omisión, pero, desde la mirada de CARNAGE, cada elección del ser humano manifiesta una voluntad que ratifica cuál es su verdadera naturaleza. CARNAGE está convencido que el ser humano debe ser destruido porque ésta es su volición, la verdadera creencia que enmascara la coartada de la sociedad ordenada, apacible y civilizada, la sociedad que le impide conectarse con su impulso destructivo.
    Por lo tanto, si proteger al indefenso es una sinécdoque [4] de dar vida, destruirlo se convertiría, por necesidad, en una sinécdoque de la muerte. El caos para CARNAGE es, por encima de todo, una negación del sentido, y también la negación de reivindicarlo como forma legítima de entender el mundo. En otras palabras, es porque no se cree en nada que no se puede admitir que haya una institución que perviva o se mantenga en pie, debido a que las instituciones instituyen, reproducen, cimentan y solventan prácticas para las generaciones futuras. Con su ejemplo, SPIDER-MAN demostraba que todavía valía la pena luchar por un mundo mejor, pero, también, que él creía que valía la pena arriesgar su integridad física para proteger ese mundo. Cuando el individuo común y corriente es corrompido, SPIDER-MAN entra en crisis, porque ya no tiene objeto lo que hace y porque, para contrarrestar el nuevo escenario que plantea CARNAGE, debe enfrentar abiertamente a las personas que intentaba salvar.
    El videojuego es muy astuto, en prescindir de formular este dilema de manera explícita, para crear una transposición donde directamente se nos enfrenta a una pregunta un tanto risoria: ¿realmente estos son los BOSSES de final de fase? Cuando en pantalla aparecen personajes desprovistos de habilidades extraordinarias, portando una indumentaria tan ordinaria como la que podemos distinguir al echar un ojo a nuestro alrededor, intuimos que algo raro pasa, aunque todavía no podamos clarificarlo. En efecto, apenas maniobramos a SPIDER-MAN descubrimos sin ser conscientes de ello, que nuestro superhéroe está golpeando a personas comunes y corrientes.
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[1] Téngase en cuenta que en esta maxiserie, Peter escoge el bienestar del individuo colectivo por encima del bienestar propio. Mary Jane lo pone entre la espada y la pared, está dispuesta a tirar la toalla y mandar por la borda un matrimonio que sólo le ha traído dolores de cabeza. No soporta tener que lidiar con las heridas de Peter y compartirlo con un mundo que malgasta sus esfuerzos y, para colmo, le da la espalda. Mary Jane necesita un hombre entero, pero mientras Peter continúe siendo SPIDER-MAN solo puede conformarse con las migajas. En este contexto caldeado por las misivas terminantes de su joven esposa, Peter, a pesar de todo, escoge al individuo colectivo, para luego descubrir cómo el individuo colectivo lo traiciona al ser expuesto a la misma prueba de fe que intenta superar: conservar la cordura cuando ya no queda nada a qué aferrarse.
[2] Recuérdese que DOPPELGANGER le había roto las costillas a SPIDER-MAN cuando éste avanzaba para detener un disturbio y que gracias a este eventual desatino de la suerte, su matrimonio caerá en picada.
[3] Se entiende por NÉMESIS a la contraparte, el opuesto.
[4] Es una figura retórica que se emplea para designar una cosa con el nombre de otra, mientras se sustituye el nombre del todo por la parte o la parte por el todo.

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