martes, 28 de febrero de 2017

EL FENÓMENO INDIE - CONCLUSIONES


Entre medio de la nostalgia y la melancolía, el INDIE construye una narrativa plagada de filiaciones, donde el atributo de los homenajes se convertirá en algo más que un elogio o encomio del pasado. Porque el INDIE sentará una posición al narrar utilizando el pretérito pluscuamperfecto [1], pues su narración, en efecto, es el resultado de una revisión de la revisión que ya se realizó promediando mediados de la década del 90’, una década donde se intentó superar, nada más y nada menos, que el prolífero legado de los píxeles de la generación anterior. Esto quiere decir, que la incursión en el modelado 3D cómo actualización del movimiento guiado con polígonos, así como la aparición de los primeros juegos  interactivos que superaban la noción de nivel, perfilaron una vocación de reinvención de la forma que se asentó durante la EDAD DE ORO [2], propulsando la idea de que incumbencia de los videojuegos era redescubrirse todo el tiempo a través de nuevas y más osadas experiencias para el jugador.
    Esta lección de la OLD SCHOOL, el INDIE la aprendió muy bien y supo conducirla hasta arribar a sus máximas consecuencias e, incluso, plantear desde sus propuestas una inquietante interrogación que conduciría al jugador a un cuestionamiento sobre si: ¿realmente se encontraba frente a un videojuego?; una pregunta que resulta del todo pertinente cuando se comienza a ver que, por encima del horizonte de posibilidad que platea el INDIE en su desarrollo, se asoman propuestas que descomponen el andamiaje más clásico de los videojuegos, que no viene a ser otra cosa que su inclusión en un género y, en consecuencia, en una forma pergeñada para generar una identificación. En otras palabras, cuando, por ejemplo, el mundo de las plataformas ya no se parece a las plataformas, o cuando los caracteres del SHOOTER ya no se reconocen como tales dentro del marco que ofrece la acción, todos los recursos que poseía el jugador para ubicarse dentro de la propuesta del videojuego, en cuestión, caen.
    En principio, esto ocurre porque al jugador se lo posiciona frente a una experiencia nueva que todavía no ha podido digerirse, ni explicarse o, lo que es lo mismo, de la cual no se conoce su gramática [3]. Pero, ni bien la experiencia se asienta o se corrobora con otra apuesta que recoge los frutos de la disrupción predecesora, como si se comenzara a entrever una tendencia a la regulación del fenómeno [4] y, a su consecuente catalogación como otro género más para apilarse entre los existentes, el INDIE sorprende interrogando a la forma de nuevo y demostrando desde esta interrogación, que la experimentación no se agotó y que aún resta mucho más que decir sobre el proceso de la creación que se emprendió. Lo cual, sugiere que el inconformismo del INDIE lo lleva continuamente a revisarse y a renovarse, como si pretendiera eludir la cristalización de la forma o las etiquetas que imponen los mercados de la industria, o como si en este acto de rebeldía y negación de toda regla se reconociera la única posibilidad de reconocerse a sí mismo como un producto independiente [5].
    Pero, al contrario de lo que puede llegar a pensarse, en esta filiación radical con la exploración y la experimentación, el INDIE ratificará su triunfo, pues su evasión de los constreñimientos de la forma, creará la posibilidad de descubrir que nuevas formas son posibles y que éstas pueden ser viables para sostener la enunciación de los videojuegos. Para expresarlo con otras palabras, el INDIE demostrará que no hay que contentarse con lo establecido, y que lo establecido no es la norma que deben seguir los videojuegos para crear, pues antes de que la norma se hiciera extensiva al proceso de la creación, antes de que se pensara en una regulación del producto que se puede difundir o no, se recorrieron caminos distintos a la formalización del proceso. Y, tal vez, en última instancia, sea por esto que el INDIE se empeña en recordar su legado y en citarlo a través de la urdimbre de un TEXTO que entremezcla pasado y presente para sostener su narración, mostrando con este gesto un respeto que en la industria se perdió y que aún es posible recuperar si no se pierde de vista la lección más importante de la OLD SCHOOL: reinventarse.
    Por eso es que, en este posicionamiento, el INDIE asegurará para los videojuegos un nuevo legado y le otorgará a los desarrolladores de éstos un poder que antes no tenían, y que se reafirmará en la autogestión y la autonomía de los distribuidores, firmas, sellos publicitarios o, incluso, el control editorial que prolifera dentro de las grandes compañías que se rehusaron a imaginar lo que el INDIE se atrevió a desarrollar. Porque, como se sabe, el INDIE se financia a sí mismo o, en su defecto, buscando la inapreciable colaboración de los mismos destinatarios del videojuego: los jugadores. En este sentido, cabe resaltar, que la iniciativa del MICROMECENAZGO [6] de KICKSTARTER [7], resultó muy prometedora para los pequeños equipos que no podían catapultarse con su propia inversión o necesitaban del aliciente de una propulsión fiduciaria externa que, no obstante, no les impidiera renunciar a la libertad de su proyecto. Del mismo modo, también resulta inestimable, en esta relativa autarquía de los gastos onerosos que implica el desarrollo, el valioso aporte que realizaron las plataformas digitales [8] para la difundir a los videojuegos INDIE, sin sobrecargarlos con los costes de los medios usuales de distribución física o el valor agregado de las ediciones de colección que se mueven alrededor de los productos adicionales del MARKETING.
    Finalmente, como se habrá advertido ya, queda aún por definir para el INDIE si su empeño en narrar a contracorriente podrá continuar gozando de su indefinición o si su revisión de la herencia del pasado se sostendrá desde el vaivén temporal que ofrece la modalidad del pretérito pluscuamperfecto o, lo que es lo mismo, de la revisión de la revisión de lo que ya se hizo;  sobre todo, si se considera que, en el presente del INDIE, se avanza lenta, pero, progresivamente, hacia otra sutileza verbal [9]: la del pretérito imperfecto. Es decir, hacia la confirmación, cada vez más evidente, de que el pasado se ha convertido en una prolongación del presente o, que es lo mismo, que se está narrando el presente desde el pasado.
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[1] Recuérdese que este tiempo verbal designa una acción finiquitada que antecede a la acción en que se finiquitó la acción en cuestión de la que se habla.
[2] Espero que el lector no olvide que estad edad comprende casi dos décadas: la del 70’ y la del 80’.
[3] Las reglas, insisto, de su composición.
[4] Esto es lo que ha ocurrido en efecto, con la puesta en escena de los videojuegos de exploración que adoptan como principio constructor el punto de vista del FPS o plano subjetivo. Sin embargo, resta aún ver si entre la prodigiosa serie de videojuegos que han salido alrededor de la temática que plantea la exploración libre en un entorno 3D, todavía puede encontrar algo más que decir sobre esta experiencia.
[5] En el marco de la discusión de este tema, cabe considerar el peso que tiene la sanción de los colegas que también se dedican a producir dentro del INDIE, así como de los eventos que comienzan a surgir alrededor del fenómeno para darle notoriedad o reconocimiento dentro del mundo de los videojuegos.
[6] En términos morfológicos, se advertirá que esta palabra compuesta plantea una relación muy curiosa entre dos conceptos. Igualmente, curiosos: lo MICRO y el MECENAZGO. Es decir, entre el alcance dimensionado por un límite claro y la deuda que se establece con una figura de poder, pues el MECENAS, si recordamos los estratos medievales de la historia del arte, es la figura que promueve el arte de un artista, financiándolo.
[7] Plataforma digital que condensa gran parte de la iniciativa INDIE a diferentes niveles (musical o filmográfico, por ejemplo) y que asegura, a través de la recaudación de fondos digitales, que ésta llegue a un buen puerto.
[8] STEAM o GOG, tan solo por mencionar a las principales que condensan el fenómeno y que, a través de su catálogo, permiten entrever un progresivo lineamiento independiente que vuelve a sorprender conforme se actualiza.
[9] Lo cual, no implica, la anulación de la primera.

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